Me gusta mi familia, me encanta la vida hogareña. Regresar de la universidad, darle un beso a mis padres y darle de comer a nuestro perro chusco, es una felicidad que practico a diario. Y lo mejor de todo es cuando me encierro en mi habitación, ya que es el lugar más apreciado para mí, porque aquí es donde leo, estudio, veo televisión, y lo más importante, es el lugar donde soy yo mismo, donde sueño despierto. Mi habitación es pequeña, al igual que nuestra casita alquilada al fondo de la quinta, pero cuando termine mis estudios y me reciba de ingeniero, trabajaré y ahorraré hasta conseguir un departamento amplio en un edificio lujoso, tal vez en Miraflores o en Chacarilla, es lo menos que merecen mis adorados padres que tanto me apoyan, y chusco también.
Mi madre tiene un puesto de comida en el mercado, llamado “Santa Rosita”, con mucha clientela, y es que ella tiene muy buena sazón, otra razón que alimenta mi humilde felicidad. Y aunque mi padre ya es jubilado, la ayuda en el negocio. Ellos tienen proyectado abrir un pequeño restaurante en el área céntrico que está alrededor del mercado, lo que demuestra que nunca es tarde para tener sueños, ése es el mejor ejemplo que tengo de ellos. Ya me imagino como será la inauguración, con toda la familia en pleno.
Antes, desde mi cama podía ver el cielo a través de la ventana, el simple placer de contemplar los celestes amaneceres y los rojos atardeceres. Pero ahora, donde antes había casitas humildes, están terminando de construir un moderno edificio de ocho pisos que ha ocultado esa cotidiana y placentera visión. Dentro de poco nuestra casita quedará bajo la sombra del nuevo edificio. Seguro que el dueño desalojó a los inquilinos y obtuvo buena ganancia al vender el terreno. ¿Adónde habrán ido? Eso no debería preocuparme, si no fuera porque a nosotros nos podría pasar lo mismo ¿adónde iríamos? No lo sé. Mientras tanto, con la cortina entre abierta, contemplo a los obreros trabajando en la obra. Parecen de una raza aparte, ya que todos son trigueños y muy fuertes. Debajo de esos polos naranjas se denota un cuerpo musculoso, pero no una musculatura producto de algún gimnasio o esteroide, más bien una musculatura producto del trabajo diario, ya que siempre están cargando algo pesado, martillando, serruchando y cosas así, además de comunicarse gritando, como soldados en entrenamiento. Ahora entiendo porqué les dicen Cholos Power. Son como una especie de superhéroes venidos de provincia, que físicamente todo lo pueden, porque nacieron con esa fuerza, y porque llevan una vida muy sana, aunque ciertos comentarios dicen que son muy cheleros ¿porqué será? Bueno, se levantan muy temprano y se rompen la espalda diariamente, se lo merecen, no?. Me imagino que llegan a sus casas muy cansados y, no sé, me gustaría darles a cada uno un masaje que los desestrese, sin importarme que estén sucios de cemento, tierra, arena, cal, yeso o lo que sea.
La construcción es un trabajo muy arduo, y requiere de hombres experimentados y vigorosos. Con razón he escuchado decir que las manifestaciones callejeras del sindicato de construcción son las más vandálicas, ya que sus miembros son muy fornidos, y cuando van por las calles reclamando algo justo, causan innumerables destrozos porque la sudan al igual que en el trabajo. Yo los apoyo, y cuando sea ingeniero, los tendré a mi cargo, estarán bien pagados y seré su amigo.
Ya son las 2:00 p.m., y después del rico almuerzo, es buena una siesta, pero esta vez haré una excepción : aprovechando que es sábado y ya no hay nadie en la obra, abriré bien las cortinas y dejaré entrar el sol primaveral, mientras que duermo desnudo y boca abajo en mi tibia y confortable cama.
De repente escucho a lo lejos unos silbidos, esos típicos silbidos machistas que ciertos hombres atrevidos lanzan a las mujeres desprevenidas, sobre todo a las más descubiertas y curvilíneas, pero, ¿quién está silbando, y a quién está silbando? Si son esos obreros, se supone que no deberían hacer eso con los vecinos, podría haber quejas. Levanto la mirada y resulta que … ¡ ellos me están silbando a mí ! Y no sólo silbando, también me envían besitos volados, algunos me muestran botellas de cerveza y otros hacen el ademán de ir hacia ellos.
Estoy asombrado, no puedo creerlo, y no es un error visual, ya que tengo muy buena vista y el edificio se halla a una distancia no mayor de veinte metros. En días laborables son como veinte, pero he visto sólo unos cinco, justamente los más guapos. Quisiera responderles con una sonrisa, tal vez con un amaneramiento, pero mi pudor puede más, y cierro la cortina. Entonces oigo las pifias. Los frustré, los decepcioné. Hasta hoy mi desnudez era solo mía, ahora le pertenece a otros, me siento avergonzado.
¿Habré perdido una oportunidad? Que sé yo, hasta ahora mi admiración por los de mi sexo es sólo una fantasía, no me atrevo a salir del closet, y si lo hiciera, sería lejos de mi casa, con un desconocido que no sepa dónde vivo. Además, ¿qué hacen allí hoy sábado después del mediodía? Seguro que cheleando y jugando a las cartas con el conserje del edificio, quien es un diario comensal de “Santa Rosita”. También es cholo, cuarentón, pero no tan power como los obreros. A veces, al regresar de la universidad, lo veo en ese edificio jugando y tomando con algunos desconocidos. El me mira fijamente, con una sonrisa que me eriza la piel y me emociona internamente, pero no respondo el gesto, por no involucrarme con alguien conocido, menos aún con un cliente de mi madre.
Ya estamos lunes, es mediodía, y al regresar de la universidad, paso por “Santa Rosita” y me sorprendo al ver que mis guapos admiradores son nuevos comensales, traídos por el conserje. Todos me miran fijamente, sonrientes como diablillos lujuriosos … ¿estarán tramando algo? Toda la semana se ha repetido la misma escena, y en cada una tengo la oportunidad de contemplar sus músculos más de cerca, pero siempre bajo la mirada, pues siento que me desnudan con la mirada, y el ambiente se pone cada vez más tenso. ¿Porqué seré tan estúpido, porque no les soy recíproco con algo tan elemental como una sonrisa? Creo que tengo un serio problema, soy tímido, y así nunca llegaré a ninguna parte, seré un nerd toda la vida, sin una satisfacción, sin saber lo que es el placer … ¡ debo vencer la timidez !
Por motivos de estudio, hoy sábado llego a “Santa Rosita” más tarde que de costumbre, y mi madre tiene una noticia : justo a mediodía se malogró el lavadero, y el conserje, que se llama Don Cansino, muy amable se ofreció a arreglarlo, por lo que tuvo que regresar al edificio para traer su maletín de gasfitería, lo cual era sencillo ya que la obra está cerca a dos cuadras, pero luego del almuerzo, Don Cansino y sus guapos acompañantes se retiraron dejando olvidado dicho maletín, encargándome que se lo devuelva ya mismo. Mi mente se negaba, pero mi cuerpo temblaba de felicidad. Si iba, ya sabía lo que sucedería. De todos modos, tenía que obedecer a mi madre, así que tomé el maletín y me dirigí a la obra, rumbo a mi destino, pero antes, pasé por mi casa para darme una ducha, y quedar limpiecito, tanto por fuera como por dentro.
Al llegar a la obra, le entrego su maletín a Don Cansino, diciéndome “Ven, pasa adelante, con confianza, te estábamos esperando” y me hace entrar a la recepción, donde están los cinco obreros sentados en sendos cartones sobre el piso, libando chela helada y conversando muy animados, con su acento provinciano. Saludo a cada uno y me siento sobre un cartón, al igual que ellos, como formando un círculo. En medio se hallan las cartas y los dados. A un costado, una radio portátil en la cual se escucha una movida música chicha, de la cual no soy hincha, pero en este momento me cae simpática.
Me doy cuenta que me estoy adentrando en un mundo diferente, un mundo que no es mío pero me gusta, me excita, porque es el mundo al cual pertenecen mis adorados obreros, que además de musculosos, son muy hospitalarios. Conversamos de su trabajo y de mis estudios, y al momento que uno de ellos regresa de la bodega con otra docena de chelas bien heladas, Don Cansino nos invita a subir al departamento piloto, el cual está bien amoblado y acondicionado como si alguien viviera allí, hasta hay una refrigeradora en la cual guardamos las cervezas. Nos acomodamos en la sala, tomamos más chela hasta que uno de ellos, medio mareado, levanta el volumen de la radio y comienza a bailar. Todos reímos y aplaudimos, hasta que me invita a bailar con él, como lo haría una pareja. Mis primas me enseñaron a bailar cumbia y salsa, así que no tengo problemas, puedo contornearme como lo haría una mujer, ja ja jaaaa. No me siento como tal, pero me divierto dándoles justo lo que ellos esperan de mí, así que bailo con todos los presentes, con Cansino, con todos, bailando y bebiendo, bebiendo y bailando.
No me imaginaba que la iba a pasar tan bien. Ahora me doy cuenta que mis temores eran injustificados, pues estoy con la buena gente, la buena y musculosa gente.
De repente, se escucha un bolero, y alguien, no se quién, me toma de la cintura, yo lo abrazo, y bailamos muy lentamente, al compás de la suave y romántica música caribeña. Alguien me ha quitado el polo, y creo que ya estoy mareado de tanta cerveza. No sé si el techo da vueltas o soy yo quien da vueltas, además creo que estoy bailando con otro, y con otro, y con otro ¿cuántos son? Ya me olvidé, creo que cinco, o seis, no sé. Lo bueno es que no puedo caerme porque me sostienen bien, con fuerza, con esa fuerza que siempre quise sentir alrededor de mi cintura. Pero no sólo siento esa fuerza, también siento muchas manos grandes y calientes acariciando mis brazos, mi espalda, mis nalgas.
Ahora estamos en el dormitorio, todos desnudos, sudorosos, que rico, todos echados en la cama king size, todos sobre mí. Cierro los ojos porque basta con tocar aquí y acá. Esto va más allá de lo que yo hubiera deseado. Si esta es mi primera vez, entonces ¿qué me depara el futuro? Soy un chico con suerte, je, jeeee … ¡ Hey ¡ ¿ qué fue eso? Siento algo atrás, si, algo duro tratando de entrar en mí. ¿ Me resisto? No, mejor dejo que fluya, que siga su curso normal. ¡ AAAAYYYYY ! Es doloroso, pero al minuto, todo es relax, fácil como la saliva, resbaloso como la mantequilla, y me convierto en una dócil y complaciente muñeca de algodón, destinada a satisfacer el deseo carnal de los hombres, de los cholos power.
Al rato, cuando comienza a anochecer, todos terminamos laxados como globos desinflados, como cuerpos abandonados a su suerte, en la cama, en el suelo, donde sea. Repentinamente suena el timbre ¿quién será? Don Cansino se levanta y asoma por la ventana, se da media vuelta y con los ojos bien abiertos y redondos, exclama asustado “¡¡¡ ES EL DUEÑO, ES EL DUEÑO, VISTANSE RAPIDO CARAJO Y SALGAN POR LA PUERTA TRASERA !!!” Bastan cinco segundos para ponernos los pantalones, y otros cinco para correr semidesnudos por las escaleras y dirigirnos a la puerta trasera, saliendo sigilosamente sin que nadie en la calle note nuestra extraña y angustiosa presencia.
Ahora que han pasado los días, recuerdo esos excitantes momentos, pero al mirar por mi ventana, ya no veo a ningún obrero, eso es porque ya terminaron la obra, ya inauguraron el edificio.
Los extraño, también a Don Cansino que ya no se le ve por “Santa Rosita”, tampoco a sus guapos compañeros de tragos y juegos ¿dónde estarán? Mi madre me cuenta que el dueño del edificio lo despidió porque el sábado pasado llevó a un posible inquilino para que viera el departamento piloto, y encontró todo desordenado. Ay mamá, si supieras que yo fui uno de los causantes de tal desorden.
En fin, ¿quién será el nuevo conserje? ¿me mirará fijamente como lo hacía Don Cansino y sus guapos compañeros? Los recordaré cada vez que pase por alguna obra en construcción. Tal vez cuando me reciba de ingeniero, compre un departamento del nuevo edificio, porque a decir verdad, el departamento piloto estaba excelente.
Bueno, mañana tengo un examen y debo levantarme temprano. Hasta mañana vieja, hasta mañana viejo, hasta mañana chusco, que sueñen con los angelitos, porque yo sí dormiré bonito, con mis angelitos trigueños y musculosos.
domingo, 30 de enero de 2011
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1 comentario:
Encontre hermosa historia una gat live story
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