sábado, 29 de agosto de 2009


Tony y Luigi son compañeros de colegio desde el cuarto grado. La primera vez que se vieron fue en el recreo, cuando todos jugaban a las escondidas. “¡Ampay Tony, ampay Luigi!”. Siempre los ampayaban juntos.

Como era un colegio religioso, los alumnos iban cada domingo con sus padres a la capilla para escuchar misa, y allí se saludaban, de una banca a otra, como si fuera un juego, pero el director del colegio, el reverendo padre Masías, les llamaba la atención.

A partir del primer año de secundaria, descubrieron que su curso favorito era Educación Física. Mientras que los demás compañeros competían para ver quién llegaba primero a la meta en la piscina y en la pista de atletismo, ellos preferían el básquet y el fulbito, pues les atraía el juego en equipo, y luego, entraban presurosos a las duchas, para observar recíprocamente sus tiernos cuerpos desnudos.

En el segundo año ya estaban entre los cinco primeros de su clase, y no porque fueran chancones, sino porque se apoyaban mutuamente, pues Luigi siempre iba a casa de su amigo para estudiar juntos la materia correspondiente. “Buenas tardes doña Dolores”, decía con su voz melodiosa de niño, y la mamá de Tony, muy sonriente, les servía bizcochuelos con chocolate bien calientito, para que estudiaran cómodamente en su cuarto, y con la puerta cerrada para que nadie los distrajese.
Tony no iba a la casa de Luigi, pues su madre, la viuda Berninson, le infundía temor. Ella siempre vestía de negro, y era muy estricta; dando órdenes, criticando, siempre diciendo que la juventud estaba perdida por culpa de los padres. Ella era la única sombra en sus vidas, pero sólo un punto, un diminuto punto en medio de su feliz panorama.
Los padres de Tony eran diferentes. Si ellos hacían una parrillada o iban a la playa, llamaban inmediatamente a Luigi, previo permiso de la sombría viuda Berninson.

Una tarde, cuando ellos cursaban el cuarto año, Luigi fue como de costumbre a casa de Tony para estudiar juntos el curso de anatomía. El libro ofrecía imágenes detalladas sobre los órganos reproductores masculinos, los cuales observaban silenciosos, tragando saliva, mientras que Luigi pasaba su mano temblorosa sobre el papel couché.
Tony encendió la radio para calmar la tensión, justo cuando pasaban una canción que estaba de moda. “Los Bee Gees me encantan” dijo Tony. “Travolta se pasa bailando” agregó Luigi.
Entonces, comenzaron a bailar imitando al famoso actor. Con cada movimiento se iban acercando más el uno al otro, hasta tropezar y caer al suelo. Entre risas, cosquillas y camisas desabotonadas, rozaron sus labios. El tiempo se detuvo. Se quedaron inmóviles y se miraron fijamente, como queriendo disculparse, pero Luigi, repentinamente, arremetió contra su amigo y le dio un sonoro beso en la boca.
“¡¡¿QUÉ MIERDA HACES, CARAJO?!!” exclamó Tony, empujándolo y limpiándose la boca, pero Luigi no supo qué responder. El sólo siguió su impulso, sin pensar, descargando lo que tenía guardado desde hace tiempo.
Tomó sus cuadernos y se retiró.

En los días siguientes, un muro de hielo se levantó entre ellos. No se hablaban, parecían dos desconocidos. Era una situación incómoda, alguien tenía que ceder.
Entonces Tony se sinceró consigo mismo y se dio cuenta que en el fondo, ese beso le gustó. Pero, ¿por qué reaccionó con cólera? Sólo fue un mecanismo de defensa ante cualquier intento de arrancarle su secreto mejor guardado, el secreto de sus sentimientos impuros que deseaba esconder para siempre, sin decírselo a nadie, ni siquiera a su mejor amigo. ¿Qué dirían los demás si lo supieran?
Había escuchado muchas cosas denigrantes sobre los homosexuales. “El Miguel Bosé es un cabro de mierda” decían los alumnos. “El sida es culpa de los gays” decía la madre de Luigi. “El matrimonio homosexual no está dentro del plan de Dios, los homosexuales son inmorales, una aberración” le oyó decir al padre Masías en una homilía. Incluso su propia madre comentaba a la vecina: “Ay querida, el René será un maricón asqueroso, pero me peina de maravillas”. Este último comentario era lo único bueno que había escuchado sobre ellos.

Cuando imaginaba su futuro, no se veía a sí mismo casado y con hijos, más bien como un blanco de burlas; todos rechazándolo, murmurando, señalándolo con el dedo acusador. ¿Qué debía hacer? ¿Decir a todos la verdad? ¿O mejor fingir todo el tiempo y vivir la vida normal que todos esperaban que viviera? Cuan difícil parecía ser hipócrita.
Mientras que todos sus amigos conversaban sobre las tetas y los culos de las chicas, él quería hablar de otras cosas, pero, ¿con quién? Entonces se dio cuenta que el único ser humano con quien podía compartir secretamente este deseo prohibido, era Luigi.
“Perdóname”, le dijo esa tarde. “Tú también perdóname”, respondió Luigi.
No más soledad, ellos eran amigos otra vez. Más que amigos, eran hermanos, unos hermanos que sabían que juntos, todo sería más fácil. Ahora sí podían imaginar su futuro de manera diferente, como socios en un negocio, como ingenieros en una obra, como jugadores del mismo equipo de fútbol. Pero su mayor ilusión era trabajar como médicos en un hospital, porque así ayudarían a los demás. Cada uno con su propia personalidad y respetando el punto de vista del otro. Por ejemplo, Tony adoraba las películas de guerra y de artes marciales, mientras que Luigi prefería cultivar su jardín, sobre todo las hortensias, su flor favorita, y leer novelas románticas, imaginando que era una princesa rescatada por un caballero de armadura plateada.
Estas eran las tonterías púberes que compartían en voz baja los dos cada vez que terminaban las clases. Iban al lugar más solitario de la escuela, el jardín trasero, y se daban un fuerte abrazo seguido de un gran beso en la boca. Luego se alejaban pensando que nadie los veía.

Pero no fue así, alguien los vio.
No tardó mucho en propagarse el chisme, llegando a oídos del padre Masías, quien se escandalizó y aterrorizó, ya que ese colegio contaba con una reputación intachable, y debía defenderla a toda costa, para lo cual debía tomar medidas inmediatamente, antes que las cosas empeorasen, o si no, se enterarían en el arzobispado.

Una vez los vio esconderse detrás del confesionario. Sigilosamente se acercó y corrió la cortina. ¡¡¡ Horror, los vio besándose en la boca !!! No sabía si vomitar o desmayarse, pero el conserje tuvo que llamar a la secretaria para que ésta llamara a un médico, pues parecía ser un infarto, pero luego de examinarlo, determinó que sólo fue un sofoco.

Luego de recuperar la calma, Masías citó a los padres de Tony y Luigi. Doña Dolores, su esposo y la viuda Berninson, quedaron atónitos ante tamaña noticia, sintiéndose avergonzados y decepcionados, pero al final de la conversación, llegaron a un mutuo acuerdo : alejarlos, separarlos, por lo menos hasta que cumplieran la mayoría de edad, y si luego insistían en lo mismo, amenazarlos con quitarles la manutención. ELLOS TENIAN LA POTESTAD, ELLOS TENIAN EL CONTROL.

Sin perder tiempo, los padres de Tony lo enviaron a casa de su abuela en Arequipa. Allá terminaría el último año en otro colegio, y si es posible, postularía a la universidad, trabajaría y haría toda su vida en aquella ciudad. El chiquillo se sintió desorientado, como empezando de cero, lejos de lo más importante en su vida, sin poder vislumbrar su futuro.

Tanto Masías como la viuda Berninson se sintieron satisfechos al ver que doña Dolores cumplía con lo pactado. Por su parte, la viuda llevó a su hijo donde el Dr. Montani, un psiquiatra que la trataba de la depresión desde que murió su esposo. Seguro que le haría alguna evaluación, y lo más importante, le recetaría algún medicamento que ayudaría a cambiarlo. “Las pastillas son una buena solución” pensaba ella, ya que los antidepresivos eran el soporte de su vida.
Efectivamente, desde la primera sesión el psiquiatra ordenó a Luigi tomar unas pastillas, pero a los seis meses el muchacho notó con horror que el cabello se le caía en grandes cantidades, al mismo tiempo que la vellosidad invadía su antes lampiño cuerpo. Sólo había una explicación, esa medicina lo estaba envejeciendo antes de tiempo.
El doctor confirmó que nunca regresaría a su estado normal, pero trató de convencerlo que no había nada de malo en ello, pues era una manifestación física de hombría, un valor muy apreciado en la sociedad. De eso se trataba el maldito tratamiento. Berninson y su amante complotaban para convertirlo a toda costa en un super macho, pero sólo lo lograrían en apariencia, pues por dentro seguía siendo el mismo Luigi, esperando ser rescatado por un caballero de armadura plateada.
Una vez pensó que podía tomar algún dinero de su madre y escapar a la ciudad de Arequipa, pero eso nunca iba a suceder, pues no quería que Tony lo viera así ¡¡¡ JAMAS !!!.

La vida se había convertido en una cárcel, donde su madre era la carcelera. No más ilusiones, no más juego en equipo, no más princesas rescatadas. La soledad se había vuelto insoportable ante las burlas y agresiones cotidianas de los demás alumnos, y Masías no hacía nada para evitar tan cruel tormento.
Las hortensias se habían marchitado, y el invierno se despedía con tardes nubladas, como presagiando una tragedia.

Una soleada mañana, cuando recién comenzaba la primavera, la viuda Berninson descubrió el cadáver de su hijo colgado de la viga del techo. Se había ahorcado con la driza de la cortina.

Los padres de Tony y el psiquiatra estuvieron presentes en el funeral, acompañando a la inconsolable viuda. También el padre Masías, quien sabe para asegurarse que ya no había ningún vestigio de peligro para la intachable reputación de su tan respetado colegio.

A los tres meses de terminar la secundaria, Doña Dolores permitió que Tony regresara a Lima. Su alegría se transformó en odio al enterarse de la desgracia. ¿Qué sucedió, qué habían hecho con Luigi? ¡¡¡ CARAJO, ÉL MERECÍA VIVIR !!! Sin embargo, también se culpó a sí mismo por no haber estado allí cuando más lo necesitaba.
Al visitar su tumba, en la lápida sólo estaba escrito “Luigi Morales. 1970 – 1985”, sin epitafio, sin recordatorios. Con los ojos humedecidos, Tony colocó encima unas frescas hortensias, y recordó los momentos que vivió con él.
Cerró los ojos y lo imaginó como un ángel resplandeciente que le decía “no me olvides”, juntando sus labios y abrazándolo por última vez.
En ese momento, abrió los ojos y sintió que se disolvía la mezcla de rencor y tristeza que corroían su alma. Ya no se sentía desorientado. Ahora sí podía vislumbrar su futuro.
Estaba convencido de seguir la carrera de Derecho y de convertirse en abogado, defensor de todos los Luigis y Tonys cuyos derechos son pisoteados y cuyas ignorancias son aprovechadas.
No más lágrimas, no más quejas, no más dependencia; sólo estudio, conocimiento y acción.
Y quien sabe, algún día haría una investigación a fondo y denunciaría al Dr. Montani, por negligencia médica, como también al padre Masías, por homicidio culposo. Ésta podría ser la mejor forma de redimirse, de reivindicar a Luigi y de mantener su memoria.

Teniendo el rojizo atardecer como escenario, Tony pensó en un buen epitafio. “Aquí yace Luigi Morales. Buen hijo, buen alumno, buen amigo. Víctima del odio, de la incomprensión, de la injusticia”.

Que en paz descanse.

jueves, 27 de agosto de 2009



Estimado lector, esto que voy a contar ... quizás no me lo creas ... pero debo hacerlo ... o me volveré loco ... o ya lo estoy ... de todos modos agradeceré tu comprensión ... gracias ...

Sucedió hace un año, cuando leí un aviso en la sección empleos solicitando los servicios de un ingeniero geólogo joven y recién egresado, para trabajar en un campamento petrolero situado en la selva amazónica. Llevé mi currículum a la dirección indicada, en donde me evaluaron mediante un examen, el cual aprobé satisfactoriamente gracias a mi dominio de informática.

A los cinco días estaba llegando al aeropuerto de Iquitos casi de noche, y debía esperar en el hotel hasta el día siguiente para que un helicóptero me llevase al campamento. Pero estaba tan entusiasmado que decidí alquilar una camioneta para llegar esa misma noche y quedar bien con mis nuevos jefes.

Mientras manejaba y devoraba una deliciosa hamburguesa, consulté el mapa de la zona y calculé que podría llegar en dos horas, pero a la mitad del viaje se desató una terrible tormenta. Frente a mí, un rayo partió en dos un árbol y al tratar de esquivarlo me salí completamente del camino. Por más que traté de acelerar hacia adelante o hacia atrás el auto no se movía, estaba atascado en el lodo y el maldito árbol obstruía el camino. Apagué el motor y provisto de una buena linterna, busqué un lugar seguro.
A lo lejos, los relámpagos iluminaban la silueta de una gran casona sumida en la oscuridad. Parecía que la tormenta había cortado la energía eléctrica, lo que le daba una lúgubre apariencia. Empapado hasta los calzoncillos, logré saltar la reja. Luego, llegué hasta el gran portón y golpeé varias veces con el pesado aldabón en forma de demonio.
El portón se abrió produciendo un escalofriante chirrido entre las bisagras. Apareció en el umbral un mayordomo viejo que parecía un cadáver y portaba una lámpara incandescente. Le dije : “Buenas noches, mi auto quedó atascado en el camino, si usted pudiera hacerme el favor de ...” Sin dejarme decir más, el sujeto se hizo a un costado y abrió más el portón, permitiéndome entrar y conduciéndome hasta un enorme salón repleto de preciosos candelabros encendidos y exquisitas antigüedades coloniales, quizás de la época de Orellana, descubridor del Amazonas – “Espere aquí un momento, avisaré a la señora” - me dijo, y esperé en el salón observando los muebles, las cortinas, los adornos, y sobre todo, los retratos familiares, entre los cuales se encontraba el de un joven muy apuesto, lo cual me llamó mucho la atención.
Luego, por las amplias escaleras bajó una señora sesentona y elegante, rechinando los escalones de madera y acompañada del mayordomo que me abrió la puerta. Entonces la saludé : “Buenas noches señora, disculpe la molestia, mi nombre es Lucio Avellaneda”. Conversamos acerca de mi accidente, y ella, muy amable, dijo : “Casi nunca tenemos visitas, pero podemos alojarlo hasta cuando usted lo crea necesario. En la mañana el intenso sol habrá secado el lodo, mis jardineros podrán desatascar su auto y usted podrá seguir su camino hacia el nuevo campamento petrolero que está a unos diez kilómetros. Por favor señor Farres, lleve a nuestro invitado al cuarto de huéspedes para que descanse”. Se despidió y la ví alejarse por la misma escalera, rumbo a sus aposentos.

El mayordomo Farres me llevó al segundo piso y me guió hasta el cuarto de huéspedes, el cual era muy amplio y bien cuidado. “Esa puerta es el closet del cual usted podrá escoger alguna pijama, y esa otra puerta es el baño, buenas noches y que descanse bien” me dijo, dejándome un candelabro para alumbrarme.
Coloqué mi ropa húmeda en una silla y me bañé en la tina llena de agua tibia. Luego abrí el closet : para mi sorpresa ví una gran variedad no sólo de pijamas, sino también de ternos, camisas y pantalones, pero decidí acostarme desnudo. Miré mi reloj, era casi la medianoche. Me acerqué a la ventana para cerrarla, pues el fuerte viento la golpeaba sin cesar y no me dejaba dormir. Entonces ví algo escalofriante : un relámpago iluminó un pequeño cementerio que se hallaba detrás de la casona, y ví la tétrica silueta de un hombre con ropa color guinda en medio de él. Cerré la ventana y salté a la cama para protegerme bajo las sábanas.
Temblando de miedo, traté de pensar en cosas agradables : estaba en una gran mansión a salvo de aquella tormenta, bañadito, acostado en una cómoda cama de dos plazas ¿qué más podía pedir? Pero me parecía extraño que la señora dijera que casi nunca recibían visitas, cuando esa habitación parecía estar en uso todo el tiempo. También me pareció una cortesía exagerada que el closet estuviera tan bien surtido de ropa sólo para satisfacer los requerimientos de algún huésped.
Mientras que pensaba en esos detalles, mis ojos se iban cerrando, cuando de repente, escuché ruido de pisadas, como si alguien estuviera dentro de la habitación. Asustado, abrí los ojos y miré alrededor. Las velas del candelabro proyectaban espeluznantes sombras que más parecían espantosos engendros del más allá.Súbitamente se abrió la ventana y un ventarrón apagó las velas, quedando la habitación completamente a oscuras ...
Un relámpago me dejó ver la silueta oscura de un hombre cerca de la cama, yo estaba aterrorizado. Otro relámpago iluminó su rostro : era el mismo que ví en el cuadro del salón. “No te asustes, soy Ramón, el hijo de la señora” me dijo, reponiéndome del susto. Estaba vestido con pijama de franjas azules, pantuflas y una bata de color ... guinda?.
Se disculpó por la intromisión. Le conté la razón por la cual estaba allí, y le dije que había visto a un hombre de su misma apariencia en medio del cementerio situado detrás de la casona. Ramón me dijo que había sido él mismo, pues mientras buscaba a su perro asustado por los truenos, se percató de la luz de mi candelabro y quería conocer al extraño que ocupaba el cuarto de huéspedes. Luego, confesó que temía a los truenos. “Yo también - le dije – por favor, acompáñame”. Ramón aceptó la invitación quitándose la bata, y al levantar la sábana, descubrió que yo estaba desnudo. “Es mi costumbre dormir así, sobre todo en climas cálidos como éste” le dije, entonces Ramón respondió a mi insinuación con un osado gesto : se quitó su pijama y se acostó desnudo junto a mí.
Nos abrazamos fuertemente, enredando nuestras lenguas en un fogoso beso que nos puso muy excitados, apretando nuestros cuerpos el uno contra el otro, bajo las protectoras sábanas que ocultaban nuestros húmedos atrevimientos en medio de la turbulenta noche. Exhaustos luego del sudoroso combate cuerpo a cuerpo, nos colocamos en posición fetal, pegaditos y dispuestos a dormir, mientras conversábamos de cosas triviales que cada vez le ponía menos atención a medida que avanzaba el sueño. La tormenta se fue apagando hasta reducirse a un silencio sepulcral. “Me gustaste desde el momento que leíste ese aviso” fue lo último que escuché de él antes de quedarme profundamente dormido.

Al día siguiente, el sol inundaba todo los rincones de la habitación, pero Ramón no estaba allí, tampoco en el baño. Curiosamente, dentro del closet estaba la pijama de franjas azules, las pantuflas con restos de lodo y la bata guinda, todavía húmeda. Me vestí y bajé al primer piso. Allí estaban el mayordomo Farres y la señora, con un suculento desayuno listo para mí.
Mientras lo tomaba, ella me dijo que sus jardineros habían desatascado mi camioneta y sacado el árbol caído del camino, por lo tanto podía partir cuando yo quisiera, a lo cual le pedí me despidiera de su hijo Ramón. Con un gesto de asombro me dijo que eso sería imposible pues éste no se encontraba en casa desde hace meses, además le sorprendía que yo lo conociera. Entonces señalé el retrato del joven apuesto en el salón, indicando que ése era a quien que yo había conocido la noche anterior. Ambos intercambiaron una mirada de intriga, como si supieran algo que yo ignoraba. Entonces la señora me pidió que la acompañase al cementerio detrás de la casona.
Habían varias tumbas pertenecientes a los ancestros familiares pero la señora señaló dos de ellas. “Esta es de mi difunto esposo y esta otra es de mi hijo”. Me acerqué para leer el epitafio, el cual decía "Ramón Salvatierra Fajardo. Nacido en 1975. Muerto en 2008. Descanse en paz". Sobre la inscripción, una imagen ... suya ... era él!! ... no lo podía creer, había hecho el amor con un muerto!!
Palidecí y sentí escalofríos. “Ramón murió de sida justamente en esa cama donde usted durmió anoche, desde entonces su espíritu ronda por la casa” me dijo su madre, mientras una lágrima corría por su mejilla.
Me sentí peor, quería alejarme de ese lugar, por lo que me despedí agradeciendo sus atenciones y me dirigí a la camioneta para llegar temprano al campamento. Durante el trayecto no podía manejar bien pues su imagen la tenía pegada en mi cerebro, me estaba volviendo loco.

En los días siguientes traté de que mi trabajo en el campamento fuera normal y eficiente. Aún así el médico a cargo me notó nervioso e inestable, aconsejándome que visitara a un psicólogo en el hospital regional. Pero allí conocí al doctor que había certificado la muerte de Ramón, verificando lo que me contó la señora.
Desde entonces, muchas dudas me han asaltado : ¿ella me dejó entrar a su casa y sobre todo a esa habitación para satisfacer los deseos carnales de su hijo? ¿porqué él mismo no me dijo la causa de su muerte? ¿acaso un fantasma puede transmitir esa enfermedad? ¿porqué Ramón me dijo que yo le había gustado desde aquel momento que yo había leído el aviso? ¿es que un fantasma puede conocer el destino de una persona? ¿él arregló nuestro encuentro causando aquella tormenta? Y lo que más me angustia : ¿hize el amor con un fantasma o con un muerto viviente ... o sólo fue un sueño? No, no pudo ser un sueño, ya que las pantuflas estaban con lodo y la bata estaba húmeda ... yo los ví con mis propios ojos!!!.

Estas dudas me seguirán atormentando por siempre, a menos que regrese a esa casona y aclare todo este misterio. Esa idea me asusta, pero al mismo tiempo, me tienta hacerlo, porque si regreso, sé que volveré a verlo, a gozarlo ... o mejor no regreso nunca y me quedo con la duda y con estas ganas locas de amar a un muerto. Dios mío, ¿qué debo hacer … ¡¡¡ ¿¿¿ QUÉ DEBO HACER ??? !!!

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lunes, 24 de agosto de 2009




1 p.m. Hora de refrigerio. Hojeo el diario. No me importan las noticias, sino las fotos de hombres desnudos del "Playgirl" que escondo dentro del periódico. ¡¡¡ Qué ricos !!! y disfrazados de Papa Noel, lo cual me recuerda que mañana sábado es nochebuena. Qué buenos pectorales !!! esas piernas !!! qué brazos !!! qué buena pin ...!!!

- ¿Qué estás leyendo? - me interrumpe la voz del odioso Willy, el redactor de esta agencia de publicidad - ¡¡¿Quién ... yo?!! - cierro bruscamente el periódico ante el inoportuno entrometido - ¡No! el vecino, ¿y porqué te asustas? apuesto a qué estás viendo a la calata que sale en la sección deportes, no? - Ah, sí, pero ya leí esa sección, te la presto - entonces le doy la maldita sección machista para que me deje solo con mis bellos cueros de "Playgirl" - ¿Qué estás almorzando? - me vuelve a preguntar el fastidioso éste y yo, como Vallejo en su obra "España, aparta de mí este cáliz", pienso "Dios, aparta de mí a este idiota", entonces le respondo : ¿Yo? oh, bueno ... lomito saltado como sólo sabe hacerlo mi mami, digo, mi vieja - ¡¡¡ Mmmm !!! que suerte la tuya. Mi esposa sólo me preparó arroz con huevo - Entonces se me ocurre al instante una idea para que se largue de una vez y no esté rondándome como una cochina mosca, y le digo : ¿Sabes una cosa? Me siento un poco mal del estómago, así que te puedo regalar mi rico lomito saltado ¿quieres? - ¡ Claro, gracias ! Eres un buen amigo, leeré y comeré allá en el patio.
Ahora sí, al fin solos yo y mi "playgirl", aunque a decir verdad, el lomito estaba rico y yo no estaba satisfecho, pero estos adonis bien valen un pequeño sacrificio.

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Que rápido vuela el tiempo, ya es hora de salida y la recepcionista me dice que el jefe quiere verme. No lo veo desde ayer en la reunión de directorio ¿para qué querrá verme? No importa, iré a su oficina, cualquier motivo es bueno para estar cerca de él.
- ¡ Pase López, tome asiento ! - allí está, con ese bigote de mariachi, la mirada carismática y ese porte de superman. Ya una vez de reojo lo he visto calatito cuando fuimos al sauna del gimnasio ¡¡¡ qué rico hombre !!! Todo su cuerpo musculoso como un toro de lidia, y ese miembro, oh my god, qué miembro !!! aunque lo ví fláccido, se veía grueso, ya me lo imagino cuando está erecto, uuuyy !!! debe medir más de dieciocho centímetros !!! Pero lo malo es que está casado, fuma un cigarro tras otro, se emborracha y es vulgar como los demás plebeyos chuscos de esta empresa. Pero no importa, a él sí lo perdono porque es el jefe, el hombre superior, el modelo de la virilidad, el …
- ¡ López, lo felicito ! - caigo de mi nube - Gracias jefe, pero, ¿porqué? - ¡ Ganamos la cuenta de Price-Waterhouse ! y con ésto podemos aspirar a la representación de todo el grupo Williamson & Cambridge!! - Uau, jefe, no me imaginaba que fuésemos tan eficientes - Porsupuesto que sí López, usted es eficiente, todos aquí somos eficientes ! Ahora dígame ¿tiene que hacer algo esta noche? - Bueno, quería alquilar unos videítos de Steven Seagal ... - Pero López, es viernes, y mañana sábado es navidad ! Mire López, al igual que usted y todos los demás cristianos, cada nochebuena la paso en familia, con mi esposa, mis hijos, mis padres, mis suegros, hasta con el perro y el gato !!! Por eso mi esposa me da permiso para pasarla con mis compañeros de chamba la noche anterior, así que quiero celebrar carajo !!! No se me niegue López, no se me niegue !!! Yo invito las chelas !!! - Ay sí jechu, digo, porsupuesto jefe, lo que usted diga, estoy a su total disposición - ( ¿chelas? Pero si yo sólo tomo Daiquiri, bueno, no importa, lo que diga mi jechu ) - déjeme hacer una llamada a mi mami, digo, a mi vieja.
La llamo por el celular - ¿Aló mami, digo, mamá? Soy yo, tu hijo predilecto ... no mamá, no soy Renato el casado, soy Agustín el soltero ... bueno, llegaré tarde, tengo una reunión de trabajo, nos vemos, no olvides tus pastillas.
- Muy bien López, vámonos !!! (Sí mi amor, vamos a la luna, al sol, a donde quieras).

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Creí que íbamos a Miraflores, pero estamos en el centro de Lima, el apestoso centro de Lima !!! Luego de cuadrar su BMW en la playa de estacionamiento, cruzamos la pista y nos detenemos en una puerta, no tan espectacular ni elegante como esperaba. Dos tipos morenos, altos y fornidos, cuidan la entrada, disfrazados de Papa Noel!! Ja, ja, dónde se ha visto un Papa Noel negro, ja, ja, pero no importa, igual me gustan.
El aviso de neón, que está hecho sólo de focos rojos, dice : "La gata en celo", vaya nombrecito tan machista. Tal vez adentro hay un fastuoso casino tipo Las Vegas, pero ... ¡¡¡ HORROR !!! Es un mugroso night club donde se desnudan mujeres de dudosa reputación !!! Y feas para colmo !!! Calma, calma, a mal tiempo buena cara, todo por estar junto a mi ídolo.
- López, brindemos por el éxito de la empresa. Muy pronto hablaremos de aumento y oficina propia. - Uau !!! ... me toma por sorpresa jefe - No me digas jefe, llámame por mi nombre, Oswaldo - Cómo no jefe, digo, Oswaldo - ( ¡¡¡ lo llamé por su nombre, uauuu !!! ) - Tú también puedes llamarme por mi nombre, Agustín - Pues ¡¡¡ salud Agustín !!! ... ¿Y tu novia? una de estas noches tienes que invitarla a mi casa para que cenemos con mi esposa - ¿Mi ... "novia"? - Sí Agustín, tu futura esposa - Sí, recuerdo haber inventado una falsa novia, bueno, ya inventaré una ruptura de compromiso - Brindemos otra vez ¡¡¡ salud !!! ... escucha Agustín, tengo un regalo para tí esta noche - Ay qué lindo, tiene un regalito para mí ¿cuál será? ¿Un rolex, una suscripción a la revista "Fortune", una Tablet? Bueno, cualquier cosa que me regale será bienvenido, pero que sea caro y de acuerdo a mi nivel.
Se corre una cortina y en el escenario aparece Selene. Tal parece que esta celulítica es la preferida de Oswaldo ... AAAGGG ... creí que tenía buen gusto. Aunque la música de fondo es más o menos aceptable, su contorneo es de lo más vulgar, sobre todo cuando muestra su ... ¡¡¡ ay no, qué asco !!! mejor me tapo los ojos mientras trago otra chelita. Termina el abominable número, Oswaldo la llama y ella viene hacia nuestra mesa ... ¡¡¡ trágame tierra !!! - Hola jefecito chulo, ya no vienes tan seguido, ingrato - La chamba, mamita, la chamba. Mira, te presento a mi creativo estrella - Un intercambio de besitos con la celulítica y noto que Oswaldo le susurra algo al oído mientras le da un billete bajo la mesa. Luego, ella me toma de la mano!! ... ¡¡¡ Dios mío ¿porqué me das rosas con espinas tan dolorosas?!!!

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Como un secuestrado, me dejo llevar al segundo piso y entramos en una sórdida habitación con olor a relleno de traca, las paredes despintadas y una cama tercermundista traída de algún video. De pronto, ella me arroja sobre el mugroso colchón !!! ... se sienta encima mío y comienza a desatarme la corbata !!! AUXILIOOO !!! - Yo te haré sentir bien rico esta noche mi amor - Me dice la grodinflona. ¡¡¡ ¿Así que éste era el "regalito"? ... AAAGGG !!! Odio a mi jechuuu !!! Como un resorte salto al suelo, haciéndola a un lado. - Pero ... ¿qué te sucede papito? ¿Acaso crees que soy vieja y gorda? - ¡¡¡ SIII !!! ... digo NOOO !!! eres linda pero no puedo, porque ... porque ... tengo novia ... sí, tengo novia y no quisiera traicionarla !!! - ¿Y qué? tu jefe es casado y siempre lo hacemos en grupo - ¡¡¡ No puedo creer lo que me dice !!! Ay sí, claro, todos los hombres son iguales de cochinos ... oh no, siento su mano entre mis piernas !!! soy víctima de una violación !!! - Mira amigo, Oswaldo es mi mejor cliente, tú eres su empleado estrella y no lo decepcionaré, así que déjame trabajar !!! - quisiera escapar pero temo que ésta vaya con el chisme donde mi jefe, digo, donde Oswaldo ... ¿Y si se lo digo a ella? Al fin y al cabo, no es nadie en mi vida, es sólo una cualquiera, una ramera, una mujerzuela. - Escucha Selene, debo confesarte algo ... a mí ... no me gustan ... no me gustan las ... mujeres ... - ¿No te gustan las ...? ¡¡¡ JA, JA, JA !!! ... ay papito, hubieras empezado por allí. Si supieras con cuantos gays me acuesto. Bueno, aclaradas las cosas, me voy donde Waldi - ¿Waldi? que conchuda esta mujer - No darling, espera, no quisiera que mi jefe sospeche porque me despediría. Quédate y hagamos tiempo, así quedas bien con él y no tienes que devolverle ese billete ¿qué dices? - Así que él no lo sabe ... mmm ... bueno ... dime corazón ... ¿cuánto ganas? - ¿Quieres que compre tu silencio? Si te quedas media hora, te daré una buena propina - Claro nene, y hasta más que eso ... Bueno, espérame aquí, regreso en cinco minutos con una jarra de chopp -
Qué alivio. Mientras contemplo las mugrosas telarañas del techo y mato un par de malditas pulgas de este colchón de tercera, me pregunto ¿qué habrá querido decir con "hasta más que eso"?

Se abre la puerta. Es uno de los morenos fornidos disfrazados de Papa Noel que cuidan la entrada - ¿Y Selene? - Pregunto poniéndome de pie, sorprendido por la imponente presencia de tan rico semental - De repente tuvo que ir donde su hijita que se puso mal. Yo la reemplazaré - Me responde con esa voz gruesa y aguardientosa de macho arrecho de barrio, mientras que se quita la blanca barba postiza - Pero el trabajo de usted es vigilar la entrada - No me trates de usted, llámame Roco. Y no te preocupes, mi compañero me cubrirá. Selene me contó todo sobre tí - ¿Sobre mí, qué cosas sobre mí? - Todo. Mira, no te preocupes, guardaré el secreto. Haré lo que ella no pudo hacer ... ¿sabes? me gustas desde que entraste ... podemos aprovechar esta oportunidad ... ¡¡¡¿Qué?!!! No puedo creerlo ... ¡¡¡ Oh my god, hasta que al fin me premias por tanto sufrimiento !!! Bueno, que viva el black power, no al apartheid, vamos pa' chincha y que mi jechu me perdone.
Acto seguido, el mandingo se deshace del disfraz navideño y se despoja de sus prendas una a una, hasta quedar completamente calato !!! Y ahora ... él hace lo mismo conmigo, toda mi ropa va a dar al suelo !!! Su miembro erecto lo calculo de veintidós centímetros, más largo y más grueso que el de mi jechu. Lo abrazo del cuello, siento sus negros y musculosos pectorales rozando con mi pechito blanquito, y siento cómo él me aprieta la cintura y la espalda mientras chupetea mi cuello. Su pene lo coloca entre mis piernas, sobando mis muslos ... qué rico my god !!! Entonces se echa al borde de la cama y yo me agacho para mamar su heladito de chocolate que más bien parece un tronco de ébano. Qué dificultoso había sido mamar el pene de un mandingo, tengo que abrir mucho la boca para que entre, llega hasta mi garganta, pero por más que empujo, mis labios no llegan hasta su empeine.
Sigo mamando para tomarme toda su leche, cuando de repente ... ¡¡¡ veo un destello de luz !!! - ¡¡¡ ¿Qué fue eso?!!! - exclamo, asombrado - Nada, sólo fue la luz de algún auto reflejado en la ventana-. Tengo la intención de acercarme a la ventana, pero el moreno, como para olvidar mi distracción, me jala y me coloca al borde de la cama y coloca mis piernas sobre sus hombros, listo para enchufarme su grandioso miembro. Mis nalgas también están listas, quiero sentir de una vez ese tronco resbalando por mi interior, entrando y saliendo. Siento sus gruesos y largos dedos introduciendo saliva en mi precioso ano, seguidos de su gruesa cabecita que ya intenta desflorar este anito, que aunque tiene más o menos su recorrido, todavía sigue estrechito. Está entrando, aaayyy, cómo duele, sí, sigue entrando, hasta el fondo, así, así, muévete moreno, baila el alcatraz, apágame la vela, ay qué rico ... estoy de lo más bien disfrutando de las implacables arremetidas del mandingo, cuando de repente ¡¡¡ otro destello !!! ¡¡¡ ES UN FLASH !!! sí, de una cámara fotográfica !!! ¡¡¡ Es Selene, ya la ví !!! Increíble, la celulítica con una cámara tomándonos varias fotos, seguro que para chantajearme y sacarme harta plata !!! Y en complicidad con mi falso amante !!! No lo permitiré !!!
Desnudo como estoy, la persigo por el largo pasillo, el moreno, tambien desnudo, me persigue, le quito la cámara a ella, el mandingo intenta quitármela, forcejeamos entre los tres y en plena trifulca, en medio del pasillo, caemos al piso, arrancando una cortina : así quedamos el mandingo encima mío y yo encima de la celulítica, medio ocultos bajo la tela de la cortina. Para mala suerte, Oswaldo pasa por allí muy risueño junto con otras damiselas indecorosas - Hey Agustín ¿te diviertes? ¡¡¡ ja, ja, ja !!! - se ríen todos al verme calato y encima de la chancha, pero Oswaldo retira la cortina y cambia su expresión al ver al moreno encima mío ¡¡¡ quiero morir !!! - ¡¡¡ LOPEZ !!! Me puede explicar qué mierda sucede aquí?!!! - Me pregunta furioso mientras me levanto y trato de ocultar con mis manos la vergüenza de mis pequeños genitales. Inventaría otra mentira, pero ya no puedo más con esto, lo diré, sí, lo diré ... - Oswaldo ... yo ... soy ... homosexual - vuelve a preguntarme con el rostro desencajado : ¡¡¡¿QUE?!!! ... Qué carajo está diciendo?!!! - y yo exploto : - ¡¡¡ SOY HO-MO-SEX-XUAAAAAL !!! - Lo dije. Todos me miran petrificados.
La calma ... después de la tormenta.

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Lunes. Maldito Lunes. Llego tarde a la oficina y no me importa. Sé que hoy me despedirán, sé que la empresa no va a querer a un maricón entre sus empleados. Mejor recojo mis cosas, sobre todo mis queridos y escondidos "Playgirls" ... ¿y ese ruido? Iré a ver al patio. Ah sí, ya recordé, hoy es víspera de navidad y todos los empleados están reunidos celebrando con champaña y cobrando el aguinaldo.
Allí está Oswaldo, empezando el mismo y aburrido discurso navideño de siempre. Mientras tanto, contemplo por última vez su porte atlético y su bigote de mariachi - Esta empresa se halla en este momento en una posición envidiable, y todo gracias a la eficiencia de cada uno de todos nosotros. Porque eso es lo que importa, la eficiencia, sin distinción de raza, sexo, edad ni preferencia sexual - ¿Qué? ¿Oí bien? ¿dijo preferencia sexual? Pensé que su reacción sería otra, en contra mío, pero sus palabras me quitan un gran peso de encima.
Noto algunas miradas de reojo hacia mí, pero no me afectan, ya que puedo sentir el apoyo de Oswaldo, de mi jefe y amigo Oswaldo.
Esta es la mejor navidad de mi vida, y presiento que el próximo año será muy bueno. Pensándolo bien, le diré la verdad a mi mami, a mi hermano, a todos, y ojalá lo tomen a bien, tal como lo ha tomado mi jechu, y si no, allá ellos.
Oswaldo se acerca para saludarme - Feliz Navidad, Agustín - Igualmente Oswaldo - y nos unimos en un abrazo fraternal mientras que veo al flaco Willy ... guiñándome el ojo !!! y enviándome besitos volados !!! ... ¡¡¡OH MY GOOOD !!!




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